sábado, 15 de febrero de 2014




La tormenta ha dejado un reguero de lagrimas sobre los atardeceres. Cautiva y desarmada, se aleja cabizbaja arrastrando la túnica. Exhausta, ensimismada en su propio cansancio.

La tormenta está aburrida de tanto andar desolando horizontes. ¿Qué tendrá la tormenta? En la lenta retirada siente en su espalda el aguijoneo de las maldiciones lanzadas por los últimos damnificados. Son como débiles descargas eléctricas, y en su espalda mueren como mortecinos murmullos reproduciéndose infinitamente en la superficie de un inmenso lago, oscuro.

La tormenta regresa despacio, callando, refrescándose en el aroma que permanece en la materia al transformarse. Y llegará a su refugio, sin pausa pero sin prisa. Es el devenir del adagio. La serenidad de la ameba. El paseo desesperanzado del condenado a perpetuidad. Allí esperará paciente el próximo canto del gallo. Cuando todo vuelva a contaminarse de quietud cromática. De limas y azules asfixiantes. Entonces sonará la campana, y será señal para tomar de nuevo el camino del bramido y la furia. Mientras tanto descansa. Parece que descansa...

La tormenta aguarda su momento sentada junto a los eternos rescoldos de una hoguera inmortal. Ni se quita la capucha ni se echa a dormir. Por primera vez parece percibir mi presencia. Levanta lo justo el mentón. No tiene boca. En sus ojos vacíos no se ve el mar. Con ellos me observa, triste indiferencia. A continuación hunde la cabeza y me olvida.



4 comentarios:

  1. Dicen (y siempre creo que con razón) que tras la tormenta viene la calma, y en ocasiones por no decir mayoritariamente es cierto. No sé que pueden tener las tormentas, que suelen ser desoladoras y al mismo tiempo reparadoras del alma, como si en la fuerza que desprenden quisieran arrancar de cuajo todo aquello que no sirve, que sobra o que hiere (en el caso del ser humano)

    Aguarda el momento oportuno para dejar caer toda su furia, tan sólo depende de uno mismo poder esquivar su violenta aparición, aunque nos observe atenta y dispuesta para caer sin previo aviso.


    Muy buen texto Guillermo, me ha encantado.

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    1. Muy bueno lo que dices, FG, creo que mejor que mis letras. Yo además la imagine hastiada, "atormentada", como un Sisifo que debe cumplir su castigo eternamente.
      Gracias!

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