jueves, 31 de julio de 2014

CANSADOS SALONES DE VERANO




Había un caballo enano que hacía
las veces de juguete de madera
y gente somnolienta que escondía
sirlas bajo la media.

Alguien cualquiera bostezó brumoso,
y lanzó un manotazo displicente
a una estúpida mosca
peregrina del aire.

zufff zufff zufff

La mosca siguió volando tozuda.
No más aturdida que antes, ni menos.
Sin rumbo, sin hogar.
Esperando a septiembre.



jueves, 10 de julio de 2014

CANTOS DE SIRENA





Ulises y las sirenas: pieza de cerámica ática,480–470 a. C. Museo Británico


Odiseo se fue a por tabaco y tardó veinte años en regresar a casa, diez en la toma de Troya y otros tantos tomando vinos con los amigos después de tan dura jornada. En ésta ocasión, por una vez, soslayo el aguante de la sufrida Penélope, que se las pasó mientras haciendo calceta, sacando los hijos adelante, y engañando pretendientes. Si Odiseo pudo volver fue gracias a su ingenio, y a que un buen día se le pasó la borrachera y recuperó la memoria. Me centraré en el ingenio que es más socorrido.

sábado, 28 de junio de 2014

SONETO PARA DISTRAER CERRADURAS

"Sakata Kintoki en Tsuchigumo", Tsukioka Yoshitoshi


SONETO PARA DISTRAER CERRADURAS
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jueves, 26 de junio de 2014

REDONDELA SOBRE UN AMOR HAMBRIENTO, Y PUNTOS SUSPENSIVOS



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O LA INCREÍBLE HISTORIA DE UNA FLOR Y UN OJAL
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domingo, 8 de junio de 2014

CANTOS Y SUEÑOS

Love & rain - Loui Jover



"Entendí que merecen tal tormento
aquellos pecadores que, carnales,
someten la razón al sentimiento.”


“Amor, que a nadie amado amar perdona,”...

CANTO V, Círculo II – Divina Comedia (Traducción antigua y conservadora, y hermosa donde las haya).



CANTOS Y SUEÑOS

sábado, 24 de mayo de 2014

EL CARRUSEL DE PETIT PIERRE



Casi ahora mismo vengo de decir que, Picasso o Fellini no alcanzan a transmitirme lo que  Petit Pierre consigue. Vengo de decir que es hoy, sólo hoy, porque la sensibilidad en ocasiones muda de barrio y desconozco lo que será de mi vergüenza mañana.

Mi impresión es que la técnica intenta aproximarse a milagros artísticos como estos, y la celebramos con millones de euros al viento, y tratados interminables sobre reglas y excepciones. ¿Quién dice cómo? El hallazgo puede nacer de la aparente frustración o del asombro, como en el caso de los jardines de Bomarzo, Frankestein, o cualquier causa romántica que se nos venga a la boca. Hoy, más que nunca, y por motivos inconfesables , es para mí más importante la incorrección, el saltar la verja, traspasar los límites, y hacer burla a la sagrada norma de lo establecido.






PETIT PIERRE




jueves, 15 de mayo de 2014

MADRID MOSTRADO GRACIAS A SCHRÖDINGER

Vista desde la Casa de Campo

Madrid se explica clara y de forma sencilla gracias al gato de Schrödinger.

Vamos a ello:

En este legendario tema de finales de los setenta, Leño nos presenta, en una primera apertura de la caja, a unas aturdidas ratas tapándose la nariz mientras buscan un punto de fuga en ningún sitio.

En la segunda apertura las ratas han conseguido estabilizarse gracias a un heroico éxodo basado en permanecer inmóviles. Ahora se las ve muy cómodas entre las heces y con las narices congestionadas por tanto polvo.



Muy poco después, Sabina realizó un nuevo experimento por medio de Antonio Flores, que se llevó los honores y las culpas. ¡Ancha era su espalda!

Se conoce que el polvo ha hecho estragos entre las ratas. Estas creen haber recuperado su verdadera naturaleza humana, y reconocen la caja tanto como un lugar inhabitable como paradisíaco. Omitimos la observación de las distintas aperturas. Resumimos el yin y el yang: ¡Esto es una puta mierda, pero como mola!



Pero una vez pasados los efectos de la “Movida”, y la resaca de: “¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque... y al loro!” Llegaron vientos nuevos, tan sensatamente avispados, como superficiales. Buscando la diversión pop a base de respetar los estop. Aparece la moda de los listos y los tontos (como las rosquillas de san Isidro), sustituyendo a la de buenos y malos, a la de subterráneos y pacíficos seres grises (y en esos cambios también tiene mucho que ver Schrödinger). En ésta ocasión los curiosos habitantes de la caja sabiéndose observados se cubren con una hoja de parra. Ridículos pero contentos. ¿El dinero de papá nos llega a fin de mes? ¿Sí? Todo bien entonces.

El caso es que se decide, por hacer del ingenio una gracia, o simplemente por joder, que algunas puertas se conviertan en muros. Y la gente va y se lo cree, y todos nos partimos de risa.



La historia continua, pero lo más deslumbrante es el descubrimiento arqueológico efectuado años después por los abueletes de Cine de Barrio mientras merendaban en el geriátrico rodeados de globos. El temita, aunque último en esta brillante exposición, es cronológicamente el primero, solo que lo había olvidado, y aún hoy permanece medio censurado, ya que el periodo de su construcción coincide sospechosamente con el periodo franquista, y ya se sabe, que no nos podemos fiar de nada pensado en ese tiempo... Lo más curioso es que, el contenido de la caja, un autentico chotis, soso y prepotente, como debe de ser, para representar debidamente el sitio; siendo totalmente real o lo contrario, siguiendo a Schrödingel al pie de la letra; fue elaborado por un mexicano que jamás pisó Madrid.







nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.”

(Nicanor Parra)


domingo, 2 de marzo de 2014





“EL HOMBRE DEL SALTO” Don DeLillo


Hoy traigo un libro que hay que leer porque es un bestselller. Quiero decir lo que digo, es un bestseller, así que ya tardan.

Hombre, no lo digo yo, en la contraportada, de donde se recogen las reseñas congeladas, listas para una pasada rápida por el microondas; reseña que no voy a copiar ni inventar, que cada uno se las arregle como buenamente pueda; viene esto:

<<Tiene todos los elementos de un bestseller>> New York Magazine 

Lo dice New York Magazine, nada más ni nada menos. No tengo ni idea de quién se trata, pero imagino detrás un crítico de fuste.



Así que ya tardan.

Es un bestseller.

La triste contraportada da para una crítica más, que no debo leer bajo riesgo de desbaratar mi yihad lectora.

Bueno... De perdidos al río. Allá va:

 
<<Leyéndolo tienes que acordarte de seguir respirando>>

Y esto lo dice un tal New Statesman. No le hagan mucho caso. No te mueres ni nada. O bueno, si no están muy seguros de acordarse de respirar, no lo lean por si acaso. Más vale prevenir...

De todas maneras solo es un bestseller (que dice el anterior buen señor).

En fin... hagan lo que deseen, yo me limito a mostrar el primer capitulo.



1

Ya no era una calle sino un mundo, un tiempo y un espacio de ceniza cayendo y casi noche. Caminaba hacia el norte por los escombros y el barro y pasaban junto a él personas que corrían tapándose la cara con una toalla o cubriéndose la cabeza con la chaqueta. Iban con pañuelos apretados contra la boca. Llevaban los zapatos en la mano, una mujer con un zapato en cada mano pasó corriendo junto a él. Iban corriendo y se caían, algunos de ellos, confusos y desmañados, con los cascotes derrumbándoseles en torno, y había gente que buscaba cobijo debajo de los coches.

El estrépito permanecía en el aire, el fragor del derrumbe. Esto era el mundo ahora. El humo y la ceniza venían rodando por las calles, doblando las esquinas, arremolinándose en las esquinas, sísmicas oleadas de humo, con destellos de papel de oficina, folios normales con el borde cortante, pasando en vuelo rasante, revoloteando, cosas no de este mundo en el fúnebre cobertor de la mañana.

Llevaba traje y maletín. Tenía cristal en el pelo y en el rostro, cápsulas veteadas de sangre y luz. Dejó atrás un rótulo de Desayuno Especial y pasaron corriendo junto a él, policías de la ciudad y guardias de seguridad, con la mano apoyada en la culata de la pistola, para mantener estable el arma.

Las cosas de dentro estaban lejos y quietas, donde se suponía que él se encontraba. Sucedía por todas partes, en derredor suyo, un coche medio enterrado en escombros, con las ventanas reventadas y ruidos emergiendo, voces radiofónicas escarbando en las ruinas. Vio personas chorreando agua al correr, y cuerpos empapados por los sistemas de irrigación. Había zapatos descartados en la calle, bolsos y computadoras portátiles, un hombre sentado en el bordillo tosiendo sangre. Vasos de papel llegaban en extraños rebotes.

El mundo era esto, también, figuras en las ventanas, en lo alto, a trescientos metros, cayendo al espacio libre, y la pestilencia del carburante en llamas, y el desgarrón sostenido de las sirenas en el aire. El ruido se hallaba por doquier corrían ellos, sonido estratificado que se les juntaba en torno, y él se adentraba en el ruido y se apartaba, al mismo tiempo.

Hubo otra cosa entonces, fuera de todo esto, no perteneciente a nada de esto, arriba. La vio bajar. Una camisa surgió del humo alto, una camisa que se levantaba y que flotaba a la deriva a la escasa luz y que luego volvía a caer, hacia el río.

Corrieron y a continuación se detuvieron, unos cuantos, quedaron ahí parados, balanceándose, tratando de respirar el aire ardiente, y los alaridos espasmódicos de incredulidad, las maldiciones y los gritos perdidos, y el papel amasado en el aire, contratos, currículos al vuelo, trozos intactos del mundo laboral, rápidos al viento.

Siguió caminando. Unos habían dejado de correr y permanecían quietos, otros tomaban por alguna bocacalle. Unos cuantos caminaban de espaldas, con la mirada puesta en el centro del suceso, en todas esas vidas que allí se retorcían, y las cosas seguían cayendo, objetos ardiendo, que dejaban estelas de fuego.

Vio dos mujeres llorando en su marcha atrás, mirándolo sin verlo, ambas en pantalón corto de deporte con el rostro desplomado. Vio a unos cuantos del grupo de taichí del cercano parque, ahí de pie, con las manos extendidas más o menos a la altura del pecho, con los codos doblados, como si todo esto, incluidos ellos, pudiera ponerse en situación de expectativa.

Alguien salió de un restaurante y trató de entregarle una botella de agua. Era una mujer con máscara antipolvo y gorra de béisbol, que apartó la botella y desenroscó el tapón y luego volvió a ponerla a su alcance. él dejó el maletín en el suelo para cogerla, sin apenas darse cuenta de que no utilizaba el brazo izquierdo, de que había tenido que dejar el maletín en el suelo para coger la botella. Llegaron tres coches de policía por una bocacalle, en dirección al Downtown, muy de prisa, con las sirenas puestas. él cerró los ojos y bebió, sintiendo que el agua le recorría el cuerpo y arrastraba consigo el polvo y el hollín. La mujer lo miraba. Dijo algo que él no oyó. Le devolvió la botella y recogió el maletín. Había un regusto de sangre en aquel prolongado trago de agua.

Reanudó la marcha. Había un carro de supermercado en posición vertical y vacío. Detrás una mujer, frente a él, con cinta policial envolviéndole la cabeza y el rostro, la cinta de color amarillo que se utiliza para marcar los límites del escenario del crimen. Sus ojos eran finas arrugas blancas en una máscara brillante, y sujetaba el carro por la barra, mirando el humo.

Llegado el momento oyó el sonido de la segunda caída. Cruzó Canal Street y empezó a ver las cosas, por así decirlo, de otra manera. Las cosas no parecían cargadas del modo habitual, la calle empedrada, los edificios de hierro fundido. Había una ausencia fundamental en las cosas que lo rodeaban. Estaban sin terminar, sea esto lo que sea. Estaban sin ver, sea esto lo que sea, los escaparates, las plataformas de carga, las paredes rociadas de pintura. Quizá sea éste el aspecto que tienen las cosas cuando nadie las ve.

Oyó el sonido de la segunda caída, o lo percibió en el aire tembloroso, la torre norte cayendo, un blando espanto de voces en la distancia. Era él cayendo, la torre norte.

El cielo aquí estaba más claro, y él pudo respirar más fácilmente. Tenía otras personas detrás, miles, llenando la media distancia, una muchedumbre a punto de constituirse, gente saliendo del humo. Siguió su marcha hasta verse obligado a parar. Lo golpeó rápidamente la evidencia de que no podía ir más lejos.

Intentó decirse que estaba vivo pero la idea era demasiado abstrusa para asentarse en él. No había taxis y el tráfico era escaso y a continuación apareció un viejo camión de portes, Electrical Contractor, Long Island City, y aparcó en línea y el conductor se inclinó hacia la ventana del pasajero y se puso a examinar lo que veía, un hombre incrustado de ceniza, de materia pulverizada, y le preguntó dónde quería ir. Estaba ya dentro del camión y había cerrado la puerta cuando comprendió hacia dónde se había encaminado desde el principio.

sábado, 15 de febrero de 2014




La tormenta ha dejado un reguero de lagrimas sobre los atardeceres. Cautiva y desarmada, se aleja cabizbaja arrastrando la túnica. Exhausta, ensimismada en su propio cansancio.

La tormenta está aburrida de tanto andar desolando horizontes. ¿Qué tendrá la tormenta? En la lenta retirada siente en su espalda el aguijoneo de las maldiciones lanzadas por los últimos damnificados. Son como débiles descargas eléctricas, y en su espalda mueren como mortecinos murmullos reproduciéndose infinitamente en la superficie de un inmenso lago, oscuro.

La tormenta regresa despacio, callando, refrescándose en el aroma que permanece en la materia al transformarse. Y llegará a su refugio, sin pausa pero sin prisa. Es el devenir del adagio. La serenidad de la ameba. El paseo desesperanzado del condenado a perpetuidad. Allí esperará paciente el próximo canto del gallo. Cuando todo vuelva a contaminarse de quietud cromática. De limas y azules asfixiantes. Entonces sonará la campana, y será señal para tomar de nuevo el camino del bramido y la furia. Mientras tanto descansa. Parece que descansa...

La tormenta aguarda su momento sentada junto a los eternos rescoldos de una hoguera inmortal. Ni se quita la capucha ni se echa a dormir. Por primera vez parece percibir mi presencia. Levanta lo justo el mentón. No tiene boca. En sus ojos vacíos no se ve el mar. Con ellos me observa, triste indiferencia. A continuación hunde la cabeza y me olvida.



domingo, 9 de febrero de 2014

LA CALLE GREAT JONES






Escrita en 1973 y siendo la tercera novela de Delillo, extrañamente (o no tanto) nunca había sido publicada en español. Curiosamente llega ahora, camuflada entre las flores de la lápida de Lou Reed. Nunca es tarde si la literatura es buena.



Sinopsis

Bucky Wunderlick es una estrella del rock en la cúspide de su carrera. En medio de una gira, y harto de un éxito en el que ya no cree, decide abandonar a su banda y refugiarse en un apartamento de la calle Great Jones, en Manhattan. Pero su exilio no resulta como esperaba, y su paz se ve continuamente truncada por todo tipo de visitas: periodistas en busca de una exclusiva, agentes musicales ávidos de material inédito, e incluso por los miembros de una misteriosa comuna agrícola que quieren implicarlo en el comercio de una nueva y potente droga.


Don DeLillo
Nueva York , 1936
Nació y creció en Nueva York. Es autor de quince novelas y varias obras de teatro. Ha ganado numerosos premios, como el National Book Award por Ruido de fondo (1985; Seix Barral, 2006), el International Fiction Prize por Libra (1988; Seix Barral, 2006), el PEN/Faulkner Award de Ficción por Mao II (1991; Seix Barral, 2008), la Medalla Howells por Submundo (1997; Seix Barral, 2009) y el PEN/Saul Bellow Award y el Jerusalem Prize a toda su carrera.








"—¿Ya has terminado del todo?¿Ya se ha acabado tu jolgorio privado?


—Creo que sí.


—¿Cuándo piensas volver con ellos? —dijo ella.


—¿Volver con quiénes?


—Ya estamos otra vez. Cinco minutos más. Ahogo, ahogo y carcajada. Que alguien le dé una cuña para que expectore.


—Que no, que ya paro.Solamente ha sido una ráfaga que me quedaba de la otra vez. ¿Cuándo pienso volver con ellos? Sé muy bien a quién te refieres. A la gente. A la multitud. Al público. A los fans. A los seguidores.


—A la audiencia —dijo ella.


—Cuando tenga algo con lo que volver. Algo o nada. Tener nada requiere más tiempo."








"—Bucky, éste es Zenko Alataki, que es cuñado de Axel Gregg, el documentalista, y yo soy la hermana de Axel, Lillian, la mujer de Zenko, Lillian Alataki. Mi marido acaba de volver del noroeste de México para recaudar fondos para el terremoto en el que ha estado trabajando allí. Tú simplemente acuérdate de no llamarlo arte. No es arte. Es un regreso a lo que había antes del arte. A encen­der fogatas y manosearse los testículos. El prodigio de la era previa a la información consistía en que los hombres percibían la tierra y se percibían a ellos mismos en pleno proceso de cambio. Zenko ha estado intentando crear presión sobre una falla geológica por medio de una serie de detonaciones muy precisas de TNT. En cuanto provo­que unas cuantas más en los sitios adecuados, ya tendrá su pequeño terremoto. La obra de arte más grande que habrá habido nunca. Lo que pasa es que no hay que lla­marlo arte.

—¿Eso es verdad?

—¿Por qué no? — dijo Zenko—. Los continentes es­tán apoyados en placas. La corteza se mueve y eso causa fracturas o fallas. La belleza de una fractura hecha por el hombre es que se puede fotografiar la superficie adyacen­te. Se pueden colocar objetos en la superficie y hacer fo­tografías aéreas de los objetos al desplomarse. Yo lo lla­mo temblor cinético. Los objetos que se desploman. Los objetos tragados por la tierra. Si la sociedad no estuviera tan obsesionada con los valores falsos, se me permitiría usar animales vivos para mis temblores. Ovejas, cabras, hasta conejos. La tecnología de los terremotos permite al hombre devolverle cosas a la tierra. Un montón de cabras tragadas por la tierra darían un temblor perfecto. Es un acto de amor sacrificial. Devolvemos cosas. La tierra las acepta y se vuelve más verde. ¿Tú cuánto pesas?

—¿Y éste es el primer temblor en el que trabajas?

—Es el primer temblor del mundo — dijo él—. Estoy siendo prudente pero atrevido. La destrucción al servicio de la vida siempre es un atrevimiento. ¿Tú cuánto pesas? ¿Te has dado cuenta de lo demacrado que está todo este grupo de gente? Parece que os estéis consumiendo todos delante de mis narices."




martes, 4 de febrero de 2014












Pedimos perdón por nuestro inexcusable olvido.

Ya no sabemos de dónde salen los plátanos.
No recordamos como sembrar trigo, ni como atrapar peces, ni como manejar la lanza.

Y si supiéramos...
si recordáramos...
no nos sería útil.

Ahora somos los peces, los plátanos, el trigo...












sábado, 1 de febrero de 2014

sábado, 25 de enero de 2014

jueves, 23 de enero de 2014

PSICOSIS



A veces oigo voces.

Mensajes peregrinos de ala ancha,
rosas y amarillos:
“Su equipo está optimizado”.

Y brujos color carbón:
“Lo que busca no se ha podido encontrar”.

Cambian a grises enigmáticos,
eternos pretendientes:
“Inténtelo de nuevo”.

Burla
o guía sagrada.
Zambullida tras zambullida,
busco,
tiento estremecido
heces...
miel...

Sea.

sábado, 11 de enero de 2014





LOS OJOS VERDES DE ARCHIBALDO GARCÍA (Texto-ejercicio literario de estilo neorrococó, con ligeros toques afrutados de expresionismo guineano)




Men destruka for aminense, opasido, abstrudido, onaincente, anen hadla fierza. Trullios anontios, lestrejuces, y mastuerzos, ñoñestiores; cumuncios dellarticos. Vergerntinos. Prostivunian seas nuno tilos, ojos verdes. Verdes, er nunbios, er presciltios, caminondias, prumieres antoninos pios er errracundos. Bestimias prosartias ella querttuna. Vostia er bustia rirando mon mupolsa er lo kono, er lo punpio, er verdes, prosapios er erracundos. Nosteros girese traturfies, esacalcindia, er framper, vostia er bustia perri mirror mante. Bergira mon obundia prefrrian, nobidia ilpetacha. Verde, er unonino trabocare denese. Binta mon pusccila er tran merera, prevenga mon bastelana er at prucinpiria, calonga, gretisfia sonsajer. Verdes, amonprasep er trontarmia, friginda labercusa, mon pretiales. Hala




*(Pido disculpas por la ausencia de acentos, mi teclado no es compatible con ellos en algunos momentos).
GENESIS




Es lo que hacían unos chicos ingleses en 1971. Viendo el vídeo tengo la impresión de que si pincho en cualquiera de los miembros de esta fabulosa banda (formación irrepetible donde las haya), no saldrá sangre, sino otro elemento, entre mágico y etéreo.



lunes, 6 de enero de 2014



El invierno me adoptó como recuerdo,
hueca página de un diario marchito,
espantapájaros ocioso,
y congeló mi sangre.

Duermo el sueño de los pecadores
en un campo yermo,
y aún sirvo para ilustrar nostalgias.