jueves, 31 de julio de 2014

CANSADOS SALONES DE VERANO




Había un caballo enano que hacía
las veces de juguete de madera
y gente somnolienta que escondía
sirlas bajo la media.

Alguien cualquiera bostezó brumoso,
y lanzó un manotazo displicente
a una estúpida mosca
peregrina del aire.

zufff zufff zufff

La mosca siguió volando tozuda.
No más aturdida que antes, ni menos.
Sin rumbo, sin hogar.
Esperando a septiembre.



9 comentarios:

  1. la lasitud de las tardes de verano que a veces llegan a ser tediosas

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    1. El hastío del estío...

      (Y sin MaRía rocanroleando, más)

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  2. Hay muchas "moscas" en cualquier tiempo y lugar que se dedican a zumbar sin rumbo, sin sentido en su vida más allá de molestar y no pensar y pareciera que su objetivo es molestar. ..ni se implican, ni sienten ...
    Absolutamente molestas que transmiten la enfermedad de la desidia entre otras infecciones.


    Besos con vehemencia

    tRamos

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    1. Bueno, tambiénn son seres vivos. También son de Dios. Y muy beneficiosas, sin ellas las ranitas y los murcielaguitos se morirían de hambre. :P

      Besos puros

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  3. Muy bien escrito tu poema en prosa, me hiciste imaginar el calor y el silencio interrumpido por la mosca.
    Hay varias maneras de interpretar tu texto, la mía:
    La mosca es la protagonista y los sujetos ahí sentados la molestaron. Por suerte el manotazo no la alcanzó, o la habría privado de su libertad...
    No sé, tal vez yo estoy más loco que vos.
    Te mando un abrazo no displicente.

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    1. Me gusta mucho tu mirada. en realidad me gustan todas, pero en la tuya veo presentes las moscas de Machado, en mi caso a través de Alberto Cortez, debo confesar. Y reconozco que me parecen tan fascinantes o más, que los tigres y los leones. Seguro que también influye aquello que me enseñó una película musical de distribución B (y perdona si te parezco pretencioso): "¿Por qué se frotan las patitas?" Para no quedarse pegadas. Gran final.

      Otro gran abrazo



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  4. Tardes de verano, calor sofocante y esas moscas que normalmente y muy a nuestro pesar son de lo más pesadas y pegajosas, pero forman parte de esas tardes de verano que tanto suelen gustarnos a pesar de ellas.

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    1. Doy la causa por perdida. Pero que conste: las moscas son buenas. O por lo menos tan buenas como las tardes de verano.

      Besos

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  5. Muy buen poema, Guillermo, me gusta la imagen que entrega (ahora que ya pasó septiembre, ¿qué esperará?)

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